LAS SIETE LEYES DEL MANTENIMIENTO

“La correcta gestión del mantenimiento puede resumirse en siete leyes básicas. El conocimiento y la aplicación de dichas leyes del mantenimiento ayuda sin duda al técnico a orientar su trabajo en una dirección correcta, alineada con los principales objetivos del mantenimiento, que no son más que una serie de objetivos razonables buscados por los responsables de producción, los responsables de mantenimiento y los gerentes de las instalaciones. Dichas leyes son, además, la base del Mantenimiento 3.0, sobre las que se desarrollan las 15 aspectos básicos de dicha estrategia de mantenimiento.”

El mundo evoluciona, y hace que la revolución industrial iniciada en el siglo XIX vaya cambiando y hace que surjan nuevas necesidades y nuevas oportunidades.

En lo que se refiere al mantenimiento de instalaciones, el mundo también ha cambiado. La crisis económica que se vive en EEUU y en Europa y la presión de las economías emergentes, capaces de producir a costes mucho más bajos, han propiciado un cambio de mentalidad en los departamentos de mantenimiento. Ahora se les exige mucho más antes que reduzcan sus costes, y que paralelamente aumenten la fiabilidad y la disponibilidad de las instalaciones. ¿Se pueden reducir costes y a la vez, aumentar el tiempo en que las instalaciones están disponibles para producir?

La respuesta clara es que sí. Supone un desafío nuevo, que requiere herramientas diferentes. Lo que no es posible es hacerlo utilizando viejas formas de gestión, basadas en la reparación urgente de averías o basadas en el mantenimiento sistemático por horas de funcionamiento o por periodos de tiempo transcurridos desde la última vez que se realizaron determinadas tareas. Y aquí es donde aparece la Primera Ley del Mantenimiento:

Lo mismo, hecho e la misma forma, da el mismo resultado

La frase, atribuida erróneamente a Albert Einstein, se constata cada día en mantenimiento: reparaciones de averías que vuelven a repetirse, organigramas que no funcionan pero se siguen empleando… Si se desean otros resultados, hay que cambiar algunos conceptos que hasta ahora han sido la base del mantenimiento de muchas empresas, y que buscan culpables lejos de sus responsables sin darse cuenta que es la estrategia de mantenimiento seguida y las tácticas que desarrollan esa estrategia son las realmente responsables de esos resultados.

Y algo más: esa estrategia se pueden cambiar. Y es aquí donde aparece la Segunda Ley del Mantenimiento:

Los conceptos más avanzados de mantenimiento pueden aplicarse a todas las instalaciones, con las adaptaciones y matizaciones necesarias

En muchas ocasiones en que se intentan aplicar los conceptos derivados de Mantenimiento 3.0 aparece un comentario entre responsables y técnicos de mantenimiento: “eso aquí no se puede aplicar”. Con esa simple frase, anulan en muchos casos todos los intentos de mejora que pretendan realizarse en un departamento de mantenimiento, pero sin ofrecer tampoco una alternativa mejor. Una forma de reformular la Segunda Ley de Mantenimiento 3.0 es la siguiente:

La única forma de asegurar que algo no puede hacerse o que dará un mal resultado es intentarlo

Las ideas que se vuelcan en esta Guía para la implantación de Mantenimiento 3.0. Se fraguaron en los a finales de los años 60 en la industria aeronáutica, y tienen mucho que ver con la aparición de nuevos modelos de aviones para los que se buscaban otros resultados de mantenimiento: más fiabilidad, que dieran más sensación de seguridad a los usuarios del transporte aéreo, y menores costes, porque sustituir piezas de forma sistemática en base a una pretendida vida útil de las piezas preestablecida de acuerdo con la realización de determinados modelos estadísticos y mediante la modelización matemática de su comportamiento no estaba dando los resultados esperados. Se conseguía disminuir el número de averías y accidentes aéreos, pero no se conseguía eliminarlos o rebajarlos a tasas tan irrisorias que resultaran ‘asumibles’.  Por tanto, los conceptos desarrollados en esta Guía ya han sido formulados y probados en otros campos, con excelentes resultados, tanto en lo referido al coste como en lo referido a la disponibilidad y fiabilidad de las instalaciones.

Y por supuesto, desde los años 70 hasta ahora se han mejorado las formas de gestión del mantenimiento. Y las mejoras introducidas en base a nuevas conceptos permiten formular la Tercera Ley del mantenimiento

Habrá y hay estrategias de mantenimiento mejores que cualquiera que empleemos

Es decir, en mantenimiento debe asumirse la mejora continua como base de la evolución de la sociedad y de las formas de gestión, y por tanto, no puede asumir que éste es el final del camino, sino un paso más en el objetivo de alcanzar una utópica perfección en mantenimiento. De hecho, en la fecha de edición de esta Guía ya existen otras formas de gestión más avanzadas, y se habla de Producción 4.0 o de la Industria 4.0, basadas en un concepto más integrador entre las estructuras de producción y de mantenimiento, y en una actividad proactiva (orientar la actividad de mantenimiento a evitar las condiciones en que se desarrollan los fallos). Una forma más simple de enunciar la Tercera Ley del mantenimiento es la siguiente:

Todo es mejorable

Una amplia mayoría de las instalaciones están ancladas en la primera generación del mantenimiento, con una base correctiva pura; y que la gran mayoría de las que no siguen esta estrategia correctiva siguen otra basada en la realización sistemática de actividades, con un programa de mantenimiento ‘preventivo’ consistente en la sustitución sistemática de piezas y en la realización de inspecciones con máquina parada y con apertura de equipos. La estrategia de tercera generación, el Mantenimiento 3.0, huye de una y otra estrategia, y parte de la idea de que si la gran mayoría de las instalaciones están aún en etapas anteriores, deberían realizarse todos los esfuerzos necesarios para que sigan al menos la estrategia 3.0 antes de abordar estrategias más avanzadas con cambios culturales y organizacionales mucho más poderosos que los propuestos en Mantenimiento 3.0.

Y es aquí donde hay que destacar la cuarta ley del Mantenimiento, una de las bases más importantes de Mantenimiento 3.0:

Si funciona, no lo toques

En este punto Mantenimiento 3.0 se aparta de la segunda generación del mantenimiento, basada en mantenimiento sistemático por horas de funcionamiento o por periodos de tiempo. La sustitución sistemática de piezas, base del  mantenimiento en otras épocas, deja de tener sentido en esta estrategia de mantenimiento, por la imposibilidad o dificultad de determinar cuando ha llegado el final de la vida útil de los componentes de los equipos, porque tal vida útil depende de tantos parámetros que es muy complicado determinar a priori si la vida de, por ejemplo, un rodamiento, será de un año, de dos o de tres, o de tal número de giros, km recorridos, piezas producidas, horas de funcionamiento, etc.

Es cierto que los equipos no pueden abandonarse a su suerte, fundamentalmente no para evitar que se produzcan averías, sino para evitar que éstas a su vez produzcan daños colaterales. Porque es precisamente el daño colateral, que se manifiesta como pérdida de producción o como fallos en otros componentes causados por el fallo de un componente que ha agotado su vida útil, lo que se pretende evitar con la mayor parte de las tareas de mantenimiento. Y es aquí donde aparece la cuarta ley ampliada de mantenimiento:

Si funciona no lo toques, pero obsérvalo

y la quinta ley:

La avería no es mala en sí misma: lo malo es el daño colateral

Aunque es cierto que el desgaste de muchos componentes y la posterior avería que pueden producir puede ser evitable, el desgaste en sí mismo es inevitable en muchas ocasiones. La actividad de mantenimiento debe centrarse pues en evitar aquellas degradaciones de elementos que sean evitables, pero fundamentalmente, en desarrollar técnicas de detección, mediante observaciones o mediciones, que permitan relacionar el estado de un componente o todo un equipo o instalación, con una observación o una medición de una variable física o química.

Evitar la degradación de un componente requiere en muchas ocasiones de un diseño adecuado. Solo los buenos diseños, robustos y exentos de degradación, ensuciamiento, aflojamiento o necesidad de ajuste, consiguen eliminar en gran medida la necesidad de mantenimiento. Y aquí es donde aparece la sexta ley del Mantenimiento:

Un buen mantenimiento no arregla un mal diseño.

La aplicación de las mejores técnicas de mantenimiento o de detección, la sustitución sistemática de piezas no son la solución definitiva, sino una solución paliativa de un problema existente. Dicho problema, que podría haber sido solucionado en la fase de diseño, debe ser solucionado posteriormente mediante modificaciones de la instalación, de procedimientos de operación o mantenimiento, de las condiciones ambientales en las que opera el equipo o de la calidad de los suministros. La modificación de la instalación es la que acerca a mantenimiento a sus objetivos, y no la creación de nuevas tareas sistemáticas o nuevas inspecciones. La modificación tiene que ser en primer lugar la base de mantenimiento, y esto tiene muchas consecuencias:

  • Las averías que se producen, sobre todo las averías que tienen incidencia en producción o las que tienen carácter repetitivo.
  • Es necesario crear un subdepartamento encargado de la investigación sistemática de averías
  • Las instalaciones deben ser modificadas a lo largo de su vida útil para corregir los errores de diseño
  • Es necesario redactar especificaciones para evitar cometer en nuevas instalaciones errores de diseño ya cometidos o conocidos.
  • Los equipos obsoletos deben ser sustituidos, por su dificultad para mantenerlos.
  • El plan de mantenimiento o plan de inspecciones debe ser revisado con frecuencia, para adaptarse a los cambios de la instalación y a los resultados obtenidos.3

La última y séptima Ley del Mantenimiento se refiere a la complejidad de los equipos, las instalaciones y las formas de gestión. Dicha ley dice que siempre que sea posible se debe optar por soluciones simples en vez de aplicar soluciones complejas para cualquier problema:

Ante dos opciones, la mejor es la más simple

Dicha ley puede formularse de forma más sencilla con una sola palabra: KISS

KISS = Keep it simple, stupid (mantenlo simple, estúpido)

El conocimiento y la aplicación de las siete leyes del mantenimiento ayuda sin duda al técnico a orientar su trabajo en una dirección correcta, alineada con los principales objetivos del mantenimiento, que no son más que una serie de objetivos razonables buscados por los responsables de producción, los responsables de mantenimiento y los gerentes de las instalaciones.

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