Investigación de averías

 Las averías ocurren, y es muy difícil que puedan tomarse todas las acciones para evitar al 100% que los fallos se produzcan. Es más: hay que plantearse seriamente si se desea que los fallos dejen de ocurrir, y cual es el coste que supone evitar todos los fallos.

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En realidad, las averías no son un problema en sí mismo. Si una pieza con una vida útil determinada falla habrá que cambiarla: si se quiere evitar el fallo, en muchos casos habrá que sustituirla antes de que alcance el final de su vida, con lo cual el coste asociado a la sustitución de la pieza se produce tanto si falla como si no falla. 

El problema no suele estar en el fallo en sí mismo, sino en las consecuencias asociadas al fallo:

  • Fallos consecuenciales. La rotura de una pieza provoca la rotura de otras piezas, lo que encarece el coste de reparación, por encima de lo que hubiera costado la simple sustitución de la pieza afectada.
  • Pérdidas en producción. La reparación de una avería provoca la parada de una parte de la instalación, y por tanto, una indisponibilidad para producir.

En la mayoría de los casos puede afirmarse que si una avería no provoca daños consecuenciales, es decir, no provoca una pérdida de producción y su reparación se ciñe exclusivamente a la sustitución de la pieza dañada, será más interesante llevar el equipo a rotura y dejar que el fallo se produzca que evitar que ocurra. 

En otras ocasiones, el fallo de la pieza no es inevitable, sino que puede evitarse llevando a cabo acciones sencillas que no suponen sustituir la pieza, y que por el contrario suponen alargar la vida útil de ésta: modificar la instalación, realizar determinadas tareas de mantenimiento (engrase, limpieza, ajuste, etc.), utilizar las instalaciones de una forma determinada o realizar intervenciones siguiendo un determinado procedimiento.

En cualquiera de los casos, conviene analizar las causas que han provocado un determinado fallo. Hay que tener en cuenta que cuando se repara un fallo no se actúa sobre la causa que lo provoca, sino sobre los síntomas de ese fallo. Así, si tan solo se repara un fallo lo más probable es que acabe sucediendo de nuevo, y por tanto, que la instalación vuelva a sufrir las consecuencias asociadas al fallo. La única forma de evitar que un fallo vuelva a producirse es intervenir en las causas que lo han provocado, corrigiendo dichas causas. 

La identificación de las causas que provocan un fallo conlleva un análisis metodológico, es decir, aplicar una metodología. Un análisis de averías no puede estar basado en la intuición ni en la experiencia, sino en el método científico. Si no se aplica una metodología sistemática, la posibilidad de error en el análisis se multiplica, es decir, la posibilidad de que se alcancen unas conclusiones erróneas en los análisis que no aplican un método científico son mayores que en aquellos en los que se aplica dicho método.  

Los eventos no deseados son sucesos que como su propio nombre indica el propietario o usuario de la instalación no desea que ocurran. Los eventos deseados son de cuatro tipos:

  • Funcionamiento anormal. Se entiende por funcionamiento anormal todo funcionamiento de un equipo o instalación que no se ajuste a las especificaciones de funcionamiento de dicho equipo o instalación, o que provoque que otros equipos o instalaciones funcionan fuera de sus especificaciones.
  • Accidente. Se entiende por accidente cualquier hecho anormal que haya causado un daño personal, incluso aunque éste sea leve.
  • Siniestro. Se entiende por siniestro cualquier hecho anormal que haya causado un fallo catastrófico de un equipo o instalación, y que suponga el reemplazo completo de dicho equipo o instalación.
  • Avería. Se entiende por avería cualquier hecho anormal que cause una parada de un equipo o instalación, o un funcionamiento de éste fuera de sus estándares de funcionamiento, pero que pueda volver a un funcionamiento normal mediante la realización de determinadas tareas de mantenimiento, ajustes o sustitución de componentes, siempre que no supongan la sustitución de la totalidad del equipo o instalación.

En una instalación industrial o en edificaciones no se dispone de recursos infinitos para tareas como la investigación de averías, y por tanto, no pueden analizarse sistemáticamente todas y cada uno de los eventos no deseados que se producen. Por esta razón, hay que limitar la investigación de eventos a tres casos concretos: los eventos repetitivos, los eventos que han afectado a la producción de forma significativa y los eventos que han tenido un fuerte impacto en los costes de mantenimiento y que pueden implicar un desvío presupuestario. 

En muchas instalaciones industriales se constata que muchos de los eventos no deseados que se producen ya se han producido en otras ocasiones. De hecho, en instalaciones industriales antiguas los técnicos de mantenimiento tienen la impresión de estar reparando siempre las mismas averías, que suceden una y otra vez. Se dice, de hecho, que si una avería ha sucedido una vez es posible que suceda una segunda, pero que si ha sucedido dos veces es seguro que sucederá una tercera. 

En general se define como ‘evento no deseado repetitivo’ como aquel que se ha producido al menos dos veces en los últimos dos años. En algunas instalaciones este concepto no es suficientemente restrictivo, por lo que hay que aplicar alguna otra definición de avería repetitiva más     restrictiva: averías o eventos que se han producido 5 veces en un año, averías que se produce de forma mensual, etc. El objetivo de precisar una definición de evento no deseado repetitivo es obligar a los responsables de la instalación a llevar a cabo una investigación sistemática de todos los eventos que se producen una y otra vez. 

En segundo lugar, un evento no deseado puede provocar una apreciable pérdida de beneficios relacionada con la producción que ha dejado de realizarse. La pérdida puede ser mayor en empresas que tienen comprometida su producción, que han adquirido compromisos con clientes, y en empresas que tienen toda su producción vendida. 

Por último, algunos eventos no deseados suponen daños consecuenciales muy importantes que implican un desvío en los presupuestos de mantenimiento. Aunque muchas instalaciones disponen de seguros de avería de maquinaria que cubren los importes de las reparaciones a partir de un determinado importe denominado deducible o franquicia, no cabe duda de que los eventos no deseados con daños consecuenciales tienen un impacto económico que puede ser minimizado. 

El análisis de eventos no deseados tiene como objetivo determinar las causas que provocan los fallos para adoptar medidas preventivas que las eviten. Es importante destacar esa doble función del análisis de averías: 

  • Determinar las causas de un fallo
  • Proponer medidas que los eviten, una vez determinadas estas causas

La mejora de los resultados de mantenimiento pasa, necesariamente, por estudiar los incidentes que ocurren en la planta y aportar soluciones para que no ocurran. Si cuando se rompe una pieza simplemente se sustituye sin más por otra similar probablemente no se esté actuando sobre la causa que produjo la avería, sino tan solo sobre el síntoma. Los analgésicos no actúan sobre las enfermedades, sino sobre sus síntomas. Evidentemente, si una pieza se rompe es necesario sustituirla: pero si lo que se busca es evitar el fallo o al menos que su incidencia sea menor es necesario estudiar la causa y actuar sobre ella.

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